miércoles, 31 de marzo de 2021

Anónimamente hablando

Nuevamente, me encuentro hablando con la luna mientras se consume el cigarrillo en el cenicero. El humo tintinea y juega dibujando nubes en el cielo. He vuelto a pensar en ti, absurdo de mis recuerdos pasados, que vuelven a resurgir de entre las cenizas que genero. Duro semblante tengo, al recordar aquel momento. 

Fue bonito mientras duró, quise conocerte mucho más de lo que yo me conocía, claro que era consciente de que no funcionaría. Quizás porque sabía lo que me esperaba si no aprendía a tratarme como una dama. Cuando te decía te quiero, sin pensar primero en mí, porque no me amaba. 

Mi corazón palpitaba desbocado cuando al verte sonreías, tu mirada se quedaba prendida en la mía, cómo iba a pensar que la oscuridad iba a ganarme la partida. Debía aceptar la soledad para valorar tu compañía.

Eran privilegiadas tus caricias, las madrugadas tras el cristal de nuestras pupilas. Contemplar la desnudez de tu alma al otro lado de la almohada, con las pestañas descansando en tus mejillas. Pero el frío del lado de tu lado de la cama, pronto se convirtió en escarcha derretida. 

Nunca pensé en el abismo infinito que llegaría, cuando no estuviésemos cerca el uno del otro, ni tan si quiera de pasar de milímetros labio a labio, o los centímetros cuadrados de nuestra cama... A kilómetros estando justo al lado.

P. D.: ¿De quién estoy hablando...?

lunes, 15 de marzo de 2021

Indefinible...

Quizás, el amor propio no es más que, caminar hasta que tus palabras sean caricias eternas… Debiera ser un camino turbulento y oscuro más que un camino de rosas, con sus espinas y cicatrices también. Que no existe el camino, se hace camino al andar y todo lo recorrido valdrá la pena cuando estés por llegar, por eso mismo es bueno caer. Y es así cómo se vive en el mundo real, aunque tropecemos con las piedras la clave es avanzar. No falles, no grites, no llores te dirán, pero es tan justo como sonreír cuando te sientes eficaz. Lloro si quiero y gritaré si lo necesito, inventaré un pañuelo de lágrimas para no volver a repetirlo. Se fuerte y no te dejes tumbar, miento, cáete del esfuerzo porque el objetivo está a punto de llegar. Me incomoda ser débil pero es algo de la humanidad, necesitamos, de vez en cuando, tropezar un par de veces, encajar el zapato en el asfalto o estampar la cara en la tierra húmeda para que nuestras rodillas vuelvan a funcionar. Si tienes un camino fácil, no deberías parar, pero si aún fuera difícil aún menos te quedes atrás. Sigue por tu cuenta, sigue tu intuición, que tu meta está por llegar a la vuelta de una esquina y si no creen en ti, qué más da. La única que tiene capacidad para juzgarte eres tú misma. Adelante, deja atrás a quién sea, si no te merece. Corre, salta y vuela. Pero nunca tumbes lo que de verdad te hace ser tú. Tu personalidad, tu forma de ser y de respirar. Que vida solo hay una y nada más. De qué te vale apenarte por los demás, si no te dan la oportunidad de explicar tus pensamientos suicidas. Si derrochas energía donde ni se preocupan por tranquilizar tu ira o tu tristeza. No te dejes embaucar por aduladores de poca monta que solo quieren verte fallar. Maldita estratagema barata, porque saben que eres fuerte y saldrás de eso sin su ayuda. Claro que saldrás, porque estás acostumbrada a ganar aunque te toque perder. Porque el aprendizaje de verdad se demuestra cuando ya no tienes nada más que problemas, y aún así te quedan ganas de madrugar cada mañana, por muy mal que duermas, te levantas con una sonrisa y dices: Vamos a intentarlo una vez más.