Silencio y cordura en
este mundo perdido donde mis ojos se reflejan en los tuyos. Que bello atardecer
con los colores más sinceros de la tabla de Velázquez. ¿Nos puedes ver? Somos
esos versos perdidos que apuntó Bécquer en la esquina de su papiro y se olvidó
de añadir en su sincera antología. Y quizás estemos donde nadie nos pueda
molestar. Donde los planetas giran alrededor de nuestro destello lunar, y el
sol aporta brillo a nuestra oscuridad. Hemos creado un nuevo astro donde
habitar. Aquel en el cual las flores adornan mi pelo con una aureola de paz y
las gotas de agua son el océano donde perdimos los miedos junto a otro suburbio,
como la Atlántida perdida en ningún lugar.
Ruido y locura poco a
poco desato si no estás, y es que no me imagino el cielo sin su estrella polar.
No sé vivir en el universo deshabitado del pentagrama que Mozart dejó a medias
por amar a su nota musical. Volemos de la mano como si fuéramos dos pájaros
impulsados por la brisa de nuestras respiraciones al sobrevolar su hábitat.
Huyamos juntos al paraíso perdido de nuestro hogar.
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