lunes, 18 de julio de 2016

Llamémosle hogar



Silencio y cordura en este mundo perdido donde mis ojos se reflejan en los tuyos. Que bello atardecer con los colores más sinceros de la tabla de Velázquez. ¿Nos puedes ver? Somos esos versos perdidos que apuntó Bécquer en la esquina de su papiro y se olvidó de añadir en su sincera antología. Y quizás estemos donde nadie nos pueda molestar. Donde los planetas giran alrededor de nuestro destello lunar, y el sol aporta brillo a nuestra oscuridad. Hemos creado un nuevo astro donde habitar. Aquel en el cual las flores adornan mi pelo con una aureola de paz y las gotas de agua son el océano donde perdimos los miedos junto a otro suburbio, como la Atlántida perdida en ningún lugar.

Ruido y locura poco a poco desato si no estás, y es que no me imagino el cielo sin su estrella polar. No sé vivir en el universo deshabitado del pentagrama que Mozart dejó a medias por amar a su nota musical. Volemos de la mano como si fuéramos dos pájaros impulsados por la brisa de nuestras respiraciones al sobrevolar su hábitat. Huyamos juntos al paraíso perdido de nuestro hogar.

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