Siento
las costuras de las yagas más profundas, al fin puedo sentir aunque sea dolor,
el palpitar concurrente de mi pobre corazón. Ya es tarde para elegir otro
destino que no sea mi vida, me he perdido en el bosque de tu pelo y no
encuentro el punto de partida. Ayúdame a salir de este pozo insondable de
agonía que recorre mi mente día tras día, por favor, llévame en tus sueños cual
viento insensato que azota en nuestra mirada. El silencio se apodera de mi boca
sin pronunciar palabra, soy buena escritora de la nada. Porque nada habita en mi
cama, porque soy la espada con la que mataré cada uno de los monstruos que
invaden nuestra calma. Te suplico que me entiendas cuando grito tu nombre al
pié de la montaña desesperada. Así estoy, últimamente ya no puedo respirar de
nuevo con normalidad, ya escribo palabras sueltas que no sé su significado en tu libertad.
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